Fue el último alcalde de la II República. Nació el 27 de marzo de 1903. Su padre tenía un horno en la calle Santa Bárbara que es la que va del Escorredor a la antigua sede de la Telefónica. Aunque aprendió el oficio, pronto demostró su interés por los estudios. Se formó en el Seminario del Desierto de las Palmas, y prosiguió sus estudios en la Escuela de Magisterio. Fue Maestro Nacional en Alcora y después en Burriana. Cuando terminaba su jornada, daba clases nocturnas a los trabajadores en el Centro Obrero Alba Social sito en el Raval. Fue uno de los fundadores del PSOE y la UGT de Burriana. Su entrada en la vida pública tuvo lugar en las elecciones de febrero de 1936. Tras ser elegido alcalde Miguel Alonso Viana – que sustituyó a Víctor Marín –, fue concejal de Instrucción Pública, cargo que ocupaba cuando se inició la Guerra, y que abandonó en octubre de ese año, viendo todo lo que estaba pasando, incluido el asesinato de varios exalcaldes como Marín. En enero de 1937 el gobierno de la República, que también estaba contra el caos revolucionario, intentó controlar la situación que se le había ido de las manos ordenando la disolución de todos los Comités Ejecutivos Locales que cometieron todo tipo de atrocidades. Moliner volvería al Ayuntamiento el 25 de febrero de 1937, pero como alcalde. Pese al contexto bélico, durante el mandato de Moliner se iniciaron las obras del Grupo Escolar Historiador Viciana, las escuelas de Santa Bárbara y las obras de acondicionamiento de la carretera del Puerto, que comenzaron el 18 de octubre de 1937.
Cuando el 5 de julio de 1938 las tropas del general Aranda ocuparon Burriana, la familia de Moliner se trasladó a Valencia. En marzo de 1939 tenía los salvoconductos para irse con uno de los barcos que zarparon de Valencia con refugiados, sin embargo decidió quedarse porque su mujer estaba embarazada, y estaba convencido de que no les ocurriría nada a aquellos que no tuvieran manchadas las manos de sangre.
Fue detenido el 3 agosto de 1939, y conducido a declarar al cuartel de la Guardia Civil de Burriana, donde reconoció su militancia política, negando haber participado en los asesinatos y excesos cometidos por el Comité Ejecutivo Local y la Columna de Hierro, siendo ya él alcalde. Le acusaron de “responsable de todos los desmanes cometidos en esta población por las hordas rojas” y le llevaron ante un Consejo de Guerra que se celebró el 7 de diciembre de 1939. Mientras, estuvo encarcelado en la Mercé, junto a otros 1.600 republicanos, como su colega, el maestro Francisco Roca y Alcayde, autor de la Historia de Burriana. El mismo día del juicio – que se celebró como de costumbre en el Gran Casino –, el tribunal falló la sentencia condenándole a la pena de muerte como “responsable más o menos directo de cuantos actos se realizaron en Burriana”. Ya con sentencia firme fue trasladado a la prisión modelo de Castellón. Su mujer María Abad, hizo lo indecible para que le conmutaran la pena. Incluso la viuda de Chicharro, cuyo marido había sido conservador, escribió una nota de intercesión, “tengan la bondad de atender a esta familia que fueron amigos de mi marido”. Fue fusilado el 21 de mayo, a las 5 de la madrugada, junto al exalcalde de Vila-real, Pascual Cabrera.